Prólogo




   Hace muchos, muchísimos eones, tantos que casi nadie lo recuerda, aquél al que llaman el Tejedor de Engaños llegó a los Reinos. Nadie sabía quién era ni de dónde venía, pero el Tejedor tenía un solo deseo en mente: robar la sabiduría secreta. El conocimiento universal se hallaba oculto en el Depósito Insondable, donde todo ser tenía prohibida la entrada a riesgo de su propia vida. Allí era custodiado por terribles espectros invisibles y un mal del que nadie quiere hablar. Pero nada de esto detuvo al poderoso Tejedor de Engaños. No le fue difícil entrar en el Depósito Insondable y robar parte de los secretos allí escondidos. No obstante, ese mal que nunca duerme lo perseguía, nunca dejaría de seguirlo hasta castigarlo por sus crímenes, por eso escondió los secretos robados donde sabía que nadie los buscaría y se ocultó para no ser visto nunca más.
Sin embargo, los planes del Tejedor no salieron tal y como habría deseado, algo inesperado sucedió impidiéndole recuperar aquellos secretos. Furioso, decidió provocar una terrible catástrofe, la Gran Caída, tras la cual la realidad quedó dividida en dos dimensiones diferentes. Tal vez ya no lo recordéis, pero fue culpa suya que la Dimensión Mortal, nuestro mundo, se escindiera de los Reinos Eternos, dejándonos aislados; culpa suya que olvidáramos todo sobre nuestros orígenes. O, ¿tal vez tuvimos algo que ver?
El caso es que nunca se volvió a ver al Tejedor de Engaños, pero cantan los antiguos bardos que, desde su escondite secreto, nos vigila atentamente y, a veces, nos manipula a placer. Se autoproclamó Príncipe del Mundo y, puesto que ya no recordamos nada sobre él y lo que perdimos, permanecemos inconscientes bajo su dominio.
Con el paso de los siglos, comenzamos a llamar a los Reinos el Otro Lado, olvidando que aquella era la verdadera realidad a la que pertenecemos, olvidando que nuestro mundo también formó parte de los Reinos en otro tiempo.
Mas nunca perdáis la esperanza, pues todos los habitantes de los Reinos aguardan con fe que las dos dimensiones vuelvan a reunificarse, esperan pacientes a que la antigua profecía recogida en los “Cánticos de Maglunia” obtenga cumplimiento:

Cuando tres mortales a las hadas ofrezcan su alma como cobijo,
cuando hermanos sean tres, que no dos: azul, blanco y rojo,
cuando el Ansia-que-camina se derrame sobre los Reinos
y  la Cabra y el Leteo se batan en duelo,
¡tema el Tejedor de Engaños y despierten todos los seres!
La Reunificación se acerca.